Observaba la tierra oscura y húmeda mientras impaciente
soñaba con el momento de ver brotar el tallo que cumpliera con aquel sueño.
El mismo día que planto aquella semilla se hizo una promesa
y se unió emocionalmente a aquella planta.
La cuidaría, la regaría, la abonaría con mimo y delicadeza…como
haría con su sueño.
Y esperaría a ver los
frutos de aquel empeño.
No tardó en ver asomar el primer brote verde y algo débil y
espero, asustada por no saber si los cuidados que profería a aquella planta
serían suficientes tuvo un momento de debilidad.
No valía para eso. Algo tan sencillo y simple como el
cuidado de una planta se le resistía de la misma manera que se le resistía la
meta que se había puesto. Y pensó en abandonar, en dejarlo todo, en seguir
cómodamente atrincherada en su zona de confort.
Miró aquella maceta de nuevo, toco la tierra húmeda y rozó
suavemente el brote tierno que luchaba por elevarse.
Algo en su interior se removió. Sintió que tenía que
trabajarse más la paciencia, si, este había sido siempre su talón de Aquiles.
Dispuesta de nuevo a emprender el rumbo, cogió suavemente el
tiesto y lo deposito encima del alfeizar de la ventana. El sol empezó a
acariciar su rostro al mismo tiempo que inundaba de luz y de vida aquel tallo
que parecía engrosar su aspecto por momentos…y acepto de nuevo el reto.
Dejo que el sol la iluminara al igual que a la pequeña
planta y sintió todo el peso de la vida en su rostro. Triunfos y derrotas se
asomaban en un continuo vaivén para mostrarle la incertidumbre de su
existencia.
Los cambios son necesarios, se dijo. Qué es si no la vida…
Ahí radica el misterio…el que hace posible el milagro, la
fuerza que nace del interior de uno mismo a poco que le cuidemos, que le abonemos.
Observo de repente cómo la planta, había crecido saliendo
del tallo unas pequeñas ramas que la hacían parecer más hermosa, y fue así que
entendió.
CUANDO UNO ESTÁ EN PAZ CON SU ESENCIA…APARECEN LOS ADORNOS
QUE MUESTRAN TODA SU BELLEZA AUN NO SIENDO NECESARIOS
Ignoro si la protagonista de la historia consiguió al fin su
sueño, pero eso poco importa.
Consiguió nutrirse de aquello que le ofrecía la vida, sintió
su propia esencia…y eso siempre obra el milagro.