Cuantas veces has
sentido una vinculación casi obsesiva a algo o a alguien porque creías que te
hacia feliz, porque creías que te daba seguridad.
Pensaste que eso daba
sentido a tu vida y el deseo insaciable crecía por momentos sin llegar a
satisfacerte del todo.
Incapaz de poner
freno a tu conducta, dejaste sin apenas darte cuenta de dirigir tu vida.
Y te gritaste ¡NO SOY
CAPAZ!
Y persististe en tu
forma de actuar aún a sabiendas de que era perjudicial para ti porque perdías
la capacidad de disfrutar de todo, de disfrutar de la vida.
Esta obsesión acabo
convirtiéndose en tu adicción y esa adicción acabo con tu independencia
emocional.
Ahora es momento de
que entiendas que nada te pertenece, que las cosas, pero sobre todo las
personas, no tienen dueño.
Ahora es el momento
de que entiendas que ¡SI ERES CAPAZ!
De que puedes desear
las cosas, amarlas, disfrutarlas…pero también puedes y debes dejarlas ir.
Porque sólo tu tienes
derecho y deber a dirigir tu vida, no las cosas o las personas.
Porque la felicidad,
está dentro de ti, va implícita en tu ser desde el mismo momento en que
sentiste el aliento en este mundo.
Sólo debes darte la
oportunidad de descubrirlo, porque todo está ahí, para ti.
Pero como el agua, si
intentas poseerlo se te escurrirá entre los dedos.
Disfruta de las
personas, de las situaciones, de los objetos, ¿porqué no?, pero no permitas que
te posean, no permitas que sean más importantes que tu. No conviertas en
esclavo a quien nació libre.
No menosprecies tu
poder, el de sencillamente SER.