Sin marcar el camino, se dejó llevar por aquellas señales de las que tanto había oído hablar.
Decidió que por esta vez, las normas que obedecían a su mecánica conducta fueran elevadas por el viento como aquellas hojas que veía danzar libres y que juntas emprendieran su viaje hacia páramos desconocidos.
Tras el miedo inicial a lo desconocido, encaminó sus pasos con la sola presencia de aquella sombra que jamás se separaba de aquel cansado cuerpo y anduvo sin rumbo perdiendo el control del tiempo y en ciertos momentos del espacio que habitaba.
Y a pesar de aquella pesada soledad, por primera vez en mucho tiempo, se sintió libre.
Hubo una época en que se habría cuestionado su decisión hasta el punto de hacerle desistir del intento, pero ahora…ahora todo era distinto. El mundo había cambiado, la imagen de si mismo había cambiado.
Se había pasado media vida persiguiendo un sueño que una vez materializado se esfumaba con la misma virulencia con que lo recibía. La euforia desproporcionada del primer momento dejaba paso al desconsuelo y otro onírico anhelo aparecía en el horizonte con la intención de hacerle olvidar al anterior. Y así una y otra vez iba cayendo en las garras de su conducta insatisfecha.
Y en estos momentos…
Lo había conseguido, había vencido a la bestia porque ahí estaba el, sin normas, sin reglas, sin su traje hecho a medida y no tenía miedo. Por primera vez en mucho tiempo, sus deseos habían cambiado de dirección. Sus prioridades ya no aparecían en rótulos luminosos.
Por primera vez en mucho tiempo anduvo dejándose llevar por las señales de su corazón. Su mente intentó convencerlo, sus pensamientos se atrincheraron reclamando su protagonismo. Pero el…él se hizo fuerte. Había cambiado sus prioridades. Ahora el decidía y su mente obedecía aunque no sin cierta resistencia.
Al final de aquél desconocido y largo camino sintió que la convivencia podía llevarse a cabo si corazón y razón caminaban de la mano, sin hacerse sombra, sin robarse el protagonismo de una vida que al fin y al cabo había descubierto que su perseguida prioridad en cualquier caso era la misma, aunque errasen en el lugar de su búsqueda.
Porque al final su sueño, su deseo y su necesidad sencillamente no era buscar la felicidad sino
SER felicidad