Y emprendió un nuevo camino…
Sintió que mató tiempos imposibles de recuperar y aunque se
decía que nunca era tarde, postergó tantas vivencias, que pesaba su caminar.
Dejo pasar la vida, esa que no volverá.
Soñó con dejar la queja, dejarse llevar a la acción
Buscó nuevos senderos, decidió cambiar su diálogo interior e
inhaló aires nuevos que olían a libertad.
Encontró tantos senderos esperándola llegar, que asustada se
detuvo temiendo de nuevo errar.
Una fuerza dinámica, sutil e irresistible se apoderaba de
sus pasos al andar impidiendo un nuevo avance, invocándole el pasado para no
dejarla prosperar.
En el océano de sus pensamientos naufragaban sus inquietudes
y ahogada en el mar de las dudas temió ceder el paso a ese ingrato mal-estar.
Se aferró a manos amigas que la hicieran reaccionar, hacerle
perder los miedos y acompañarla en su deambular. Allí se sentía segura y sin
miedo a fracasar. Abrazada a otras historias que por vividas, la ayudaran a
convertir sus sueños en una hermosa y nueva realidad…
Y fue soltando amarras, descargando pesos encontró su
libertad.
Entendió que la vida es un viaje a través del océano
infinito del tiempo y que ese tiempo, se podía medir en instantes.
Reeducó su pensamiento, se alineó con su vida y empezó a
dejar su huella, esa que dejan los pasos seguros,, al caminar.