Está comprobado que el cuerpo se encuentra bien, la salud se encuentra mejor, cuando su energía es saludable.
Odios y amor, tienen efectos sobre nuestro organismo, cambios químicos suceden inmediatamente como respuesta a unos y otros.
Cada pensamiento, cada estado de ánimo, provoca una sutil modificación en nuestros niveles de energía.
Si estamos en continuo estado de lucha, desperdiciamos la energía, si por el contrario fluimos de manera flexible hacia estados de ánimo y pensamientos positivos, esta crece de manera indiscutible.
Está claro que la mayoría de todos nosotros desearíamos que hubiese más amor en el mundo, mejores sentimientos, pero la realidad es que nos adaptamos a la cantidad de buenas intenciones que damos y recibimos porque si de repente alguien nos regalara más cantidad extra de este bálsamo, nos asustaríamos y nos pondríamos a la defensiva pensando en las intenciones de tanto derroche.
Tenemos miedo a arriesgar y nos quedamos reposando en nuestra habitual dosis de amor sin dar y sin esperar más. Nos hemos “adaptado”.
Y es que en esta vida que llevamos, el amor y el positivismo, se han enredado con otras cosas y andan algo perdidos.
La buena noticia es que podemos desenredarlos, despertarlos. Sólo hay que estar dispuestos a hacer un pequeñísimo esfuerzo que por otra parte y siendo algo egoístas, nos reportará grandes beneficios.
Hay que estar dispuestos a ahondar sin temor, quedándonos un rato a solas, en silencio, buscando las cualidades de amor que consideremos más importantes en la vida (generosidad, servicio, entrega, amabilidad…).
Seguro que las habremos experimentado alguna vez en nuestra vida más o menos intensamente. Así que lo único que tenemos que hacer es acceder a nuestra mente, a esos recuerdos, recrearnos en las sensaciones, examinar cómo nos sentimos en aquella ocasión haciendo que cale en nosotros esa experiencia de bien-estar.
De esta manera conectamos con un nivel profundo de conciencia y así, silenciosamente pero con convencimiento y seguridad iremos descubriendo aquello que ya estaba dentro de nosotros y así sutilmente empezaremos a sentirnos mejor, más saludables, más amables, más optimistas.
Estaremos más dispuestos a dar y a recibir, nos volveremos más generosos y agradecidos con la vida. En definitiva, cambiaremos nuestro estado de energía convirtiéndonos en personas más saludables.