Aún podía sentir el roce de sus manos en las mías alejándose y esa mirada profunda en la que no me importaba perderme y dejarme llevar.
Aún podía sentir las entrañas encogidas por un extraño sentimiento incapaz de precisar. No había miedos, no había nervios. Sólo PAZ….
No sé quién era, ni puedo asegurar si hombre o mujer, ni si aquella que le acompañaba fuese yo aunque me sintiese como tal, no reconocí el sitio, era algo…atemporal.
Abrí los ojos, toqué mi cuerpo, eran mi cama y mi habitación, era mi tiempo, mi lugar.
La sensación duró, tarde en recuperarme de ese estado de introspección. Intenté recordar, no pude.
Había cruzado la sutil línea que separa el sueño de la realidad y en ese aletargado despertar quise volverme a dormir, buscar, indagar, reencontrarme con aquella onírica y efímera realidad.
Deambular por el inconsciente, perderme de nuevo en las profundidades de mi mente…
Hago un esfuerzo, no dejo de pensar, no hay hechos, no hay realidades, nada que pueda palpar, tan sólo conservo el estremecimiento interior cuando evoco aquello que soy incapaz de recordar.
Sólo sé que recibí un gran abrazo, que no fue algo físico, y que me dejó un poso que a pesar del tiempo transcurrido me estremece al recordar.
A partir de aquello, me rindo a los brazos de Morfeo sin llamadas, ni evocaciones, pero abierta y vestida de gala por si aquel viaje se me vuelve a presentar.
Hola amigos, ¿qué tal lleváis el verano? Os echaba de menos y he reservado un huequito para visitaros y de paso dejar una entrada. A ver que os parece esto de los sueños que a veces, se nos presentan tan reales que es francamente estremecedor distinguirlos de la realidad.
Os dejo un abrazo muy grande a todos!!!!