Cuando alguien nos falta, siempre nos rondan las mismas incógnitas…
¿habrá algo realmente tras esta vida?
Una creencia defendida contracorriente sobre la naturaleza
del ser, puede verse de repente removida por las dudas que se crean ante el
miedo y el dolor que supone no volver a ver físicamente a una persona.
De repente sientes que los cimientos que creías fuertes, se tambalean de
manera alarmante y luchas por aferrarte a aquello que siempre entendiste como
cierto.
Los miedos y las dudas son parte inherente del ser humano. ¿A
dónde irán a parar las emociones, los sentimientos?...
Siempre he pensado que eso es lo más importante que tenemos
en la vida y de repente me replanteo todo para al segundo siguiente obligar al
pensamiento a dirigir su atención a aquello que siempre he defendido.
Me aterra esta confusión, culpo al momento, porque en el
fondo de mi corazón sé que los miedos nos juegan estas malas pasadas y no nos
dejan ver más allá.
El sentimiento
perdurará en el tiempo mas allá de los que se van, las emociones nos acompañarán
siempre y mantendrán la esencia en los corazones de los que nos quedamos. Esa es
una certeza inamovible. La otra, la de una vida más allá reposa ahora dormida,
quizá el silencio la despierte un día para aclarar lo que el corazón ya conoce.
Queridos amigos, esta ausencia a intervalos que vengo
arrastrando no es otra cosa que la enfermedad de mi madre y su despedida hace
poco más de una semana. Ni mis ánimos ni mi cabeza han estado para acompañaros
como me hubiese gustado, pero se que os sigo teniendo ahí. Hasta pasada la Semana Santa , no
retomaré mis rutinas, os iré visitando poco a poco.
Mis mejores deseos para todos. Os llevo en el corazón.